Tal vez nadie me crea…

Alguna vez despertaré de la muerte
me materializaré en medio de su habitación
a la media noche de un día que aún no tiene nombre
me acomodaré sigilosamente en su lecho
lo besaré con unos labios rebosantes de sed

para sentirme viva con él, para descubrir
el sin sentido de la soledad que yace en su piel
que se regalonea de sus propios para bienes
de los que incluso puede hacer alarde
de hacer y deshacer en su imaginario edén
todo siempre al alcance de su muda mano
de ser el amado, el amante, el deseado
somos del amor y del amor el deseo
que se sabe dueño de su deleite
de sus temblores y estremecimientos
un milagro lentísimo por un instante detenido
en el toque y en el beso
buscando su suspiro cálido y fragante
su carne sagrada enhiesta
una columna que me sostenga gozosa en su gozo
y no simplemente un vicio o calumnia
que justifique el empalidecido decoro

del larvario momento fuera del corazón
tal vez nadie me crea, no hay para que, pero…
(le deseo, le he querido, si, querido, y deseado)
bajo el chorro de segundos vertiginosos
pero no es lo que más me jode en mi ofuscación
de historias por recrear
sino el bien pasajero desaprovechado
hoy, hace tiempo, siempre allá
ese que busco trémula y jadeante en el copo de rosas
en el gotón de miel del labio entreabierto
en el beso imaginado en el confluir de lenguas
ardiendo con el soplo de los dioses
soñando vertiginosa en el reavive de mi sexo
toda la noche lloviendo en lluvia torrencial

bajando y ascendiendo lenta y rítmicamente por su piel contemplándolo con ojos desmesurados… ya no es él ni yo, ni siquiera nuestras ansias fusionadas, sino el universo descomprimiéndose en deleite de novas y galaxias