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viernes, mayo 22, 2009

El amor imposible de Maimónides y Natalia

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Maimónides es un chico estudioso de la Gnosis y Natalia la camarera de un modesto Libro-Café – llamado “El cotorreo” lugar de agradables tertulias y citas culturales

Mai, como ella le dice, es un cliente de apariencia juvenil, un tanto circunspecto que pareciera siempre andar de incognito, pero que es un asiduo visitante de este popular sitio, el cual goza de un ambiente entretenido, ya que es a la vez cafetería-bar-librería y donde concurren intelectuales locales, turistas y gente de mil raleas

A Natalia le gusta su trabajo, aunque parece hacer las cosas de manera automática, siempre les imprime la calidez de su cordialidad y la luz de su sonrisa. Los días pasan, las semanas, los meses y hasta los años... y la vida de Natalia se transforma en una montaña rusa de emociones confusas, lamentablemente enamorada de un chico que, demás, para ella es inalcanzable incluso en sus mejores sueños

Mai, es el amor secreto de ella, que desde su puesto observa con veneración, sabiendo disimular hábilmente su ansiedad perenne. y a Natalia le sorprenden las horas sintiéndose incapaz de encontrar las fuerzas necesarias para dominar esa pesadilla donde el amor correspondido parece cosa de extraterrestres.

Sólo proponerse hablar del tema le parecería la tortura más perversa y salvajemente sanguinaria jamás maquinada por ser humano alguno; de hecho, desde hace tiempo Nati como también se le conoce parece resignada a ser feliz observándolo y, lo que aún es más penoso, con la contundencia de haber aceptado por siempre esa situación.

Para Maimónides, en su completa ignorancia, ella es únicamente una camarera o lo que se es en decir, una-Café-femme- de un libro-café. Incluso podríamos pensar que no sólo le considera un chica del montón, sino que también le considera una camarera del montón, quizás no muy diferente de las que atienden pizza valenti o las del Petitte café de los viernes.

Hasta que, y gracias al arte de la observación y el sincronismo, ese día fue para Natalia el más importante desde que tenía memoria, pues se le presentaba virgen ante sus ojos la última oportunidad de que Maimónides se enterase por fin que alguien en ese Café lleva años percollando sus sentimientos para obtener sus atenciones.

Como es habitual cuando él entra al local y pide su café, Nati centra sus 7 sentidos en él, atenta, a todo lo que pueda pasar por su alrededor.

Ese día, ese fatídico día Mai escuchó a través de su móvil algo que cambiaría para siempre su vida y le llevaría a tomar la decisión que determinaría su futuro. Él volvió a la mesa y parecía comentar con sus acompañantes lo que estaba por venir

El tiempo se detuvo y la frase que escuchó resonó una y otra vez en su cabeza, repetitiva, aterradora: “Está bien, querido. Te echaremos de menos, pero al menos espero que halles felicidad en tu misión en Somalia. No te olvides de tenernos al tanto, vamos a organizarte una despedida antes de que te marches.”

Natalia se queda pasmada, paralizada y pensativa. Él se iba lejos y era pronto. Una bofetada invisible había aterrizado sobre sus mejillas y la cafetera Supra Cósmos 2000 “El Café Como Un Arte” que sujetaba en sus manos empezó a retemblar, más pesada de lo normal. Un mar de pensamientos azotaron su cabeza, entrecortados, difusos, nada claros.

De pronto oyó cómo en su mente se despertaba el eco de una voz que resonaba, una y otra vez: “Tienes que hacerlo, es el momento. Tienes que hacerlo, es el momento... tienes que hacerlo, ¡¡Es ahora o nunca!! ¡Decídete, ya!!. ¡Ahora o nunca! YA! YA!!!!!”

Con el último eco Nati recuperó sus distorsionados siete sentidos y siguió el consejo de su conciencia: sin lugar a dudas tenía que hacerlo, tenía que jugarse el todo por el todo.

Mientras Maimónides devolvía el móvil a su bolso y se preparaba para irse, pidió la cuenta. ella puso sus ojos directamente en el, con una mirada temblorosa pero decidida. El pulso aún le seguía temblando, el oleaje de pensamientos había sido devastador, provocándole un considerable aumento en su ritmo cardíaco y unos tímidos sudores.

Se deshizo de su cafetera de 100€ se aliso el cabello e intentó distraerse algo con su trabajo mientras trataba de mantener el semblante relajado y respirar profundamente, pero era impensable dada la situación.
Parecía que aproximadamente un millón de mariposas que durante años se habían ido acumulando en su estómago explotaran justo en ese momento, y el diminuto cuerpo de un ser humano no fuera suficiente para contenerlas.

El chico le lanzó una mirada curiosa, y por primera vez en la vida le habló como le hablaría a una amiga, a una compañera de trabajo o a alguien de su interés que acabara de conocer.

la chica atenta de siempre parecía hoy algo distraída y conturbada, y Mai trató de sacar una conclusión de lo que estaba pasando.

- “Oh perdona, puede que hayas tenido problemas hoy en el trabajo. Termina lo que estabas haciendo mientras hago una llamada".

-“Ah, no, no, tranquilo. Es tan sólo... que quería decirte algo antes de que te marches…-

inquieta, carraspea, se acerca a él y se pone justo en frente tras el mostrador, en un recorrido que le parecieron kilómetros. Él le responde arqueando las cejas y con un ligero gesto de sorpresa, invitándola a hablar…

Siente que sus rodillas fallan, nada va bien, debe apurarse o las fuerzas le abandonarán entes de que pueda pronunciar palabra

-perdona. Tan sólo...

desvía la mirada un instante, por momentos, la idea de echarse atrás no para de perseguirle... .... ... ... ....

-tan sólo... es que... -
-Tan sólo es que TE-QUIERO, y estoy loca y terriblemente ENAMORADA de TI, si eso mismo…

-ya está, ya os lo he dicho.”

Natalia siente que en ese momento la situación ya se le ha ido completamente de las manos y entiende, al fin, lo poco que tiene que perder. Logra un poco de serenidad entre ese torbellino de sentimientos atronadores y con la voz un poco entrecortada de la emoción sólo atina a balbucear la cuestión inevitable:

-“¿bien ya lo sabes y ahora?”... ¿qué me respondes? …seguro te reirás de mí

Maimónides se queda estupefacto, menuda declaración, realmente no se esperaba ni por la más remota idea que algo así pudiera estar sucediendo con ella

-¡“Oh, Dios mío!, vale, vale, entiendo. ¿Sabes? Para mí siempre has sido una camarera especial. Me has servido tantos cafés, y he vivido tantos buenos momentos aquí con mis amigos y amigas, incluso con algún ligue... que, de veras, ahora lo pienso y me siento mal. Pero, ¡No, no puede ser!…-

-Tendré un buen recuerdo de tí; esa nariz peculiar, ese cabello recogido, esos labios siempre húmedos y esa mirada que te ilumina la cara... je, je ¿Nunca te han dicho que te hace sexy e interesante?

-¿y esa pequeña cicatriz bajo tu barbilla, mmm cómo te la hiciste?-

Ella bajo los ojos aturdida por sus halagos y preguntas que le hacen sonrojar

-Siempre que vea una chicuela con una cicatriz igual me acordaré de ti.-
-Sorry, sorry… Lo nuestro no puede ser, me voy con el objetivo de vencer a mi Ego y mucho me temo que nunca volveré a ser el mismo. Pero eso si, limpiaré tus heridas en lo que yo llamo mi reino espiritual”-.

Y así, de esa forma, acaba la triste historia de Natalia y Maimónides, y de cómo alguien puede llegar a marginarse de tal manera para resumir años de amor cohibido en una improvisación de demasiadas mariposas revoloteando. Lo que pareció el momento único acabó siendo el triste y más inoportuno de los momentos.

La escena que Nati ensayó en su mente miles de veces como “la declaración más importante de la humanidad” se realizó en un alivio patético, falto de gracia y de impacto sensorial. Maimónides seguramente pensó que en otras circunstancias podría haberse tomado las cosas de otra manera.

Y tú buen amigo mío, sí… tú, protagonista absoluto... Tú sí que eres una verdadera víctima de ese halo misterioso llamado amor.

Tan incontrolable y tan confortable a la vez. Probablemente jamás existirá una experiencia en amor tan dramática, cruel y dolorosamente profunda e injusta que la vivida por Natalia con el chico gnóstico del Libro-Café y amante de los cafés.

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