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martes, agosto 25, 2009

sí yo, en vez de una pena poseyera un pene...

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A veces pienso que si io poseyera un pene y si tuviera que sufrir la pena de citarme con la que podría ser “la mujer de mi vida”

y decir esto de la mujer de mi vida, obviamente es una estereotipada manera de etiquetar a la sujeta en ciernes ke de seguro me encontrará suponiendo encontrar a un tipo ke digamos, q esa noche tiene la pena de kerer usar su pene contra viento y marea…


desde luego si io fuera ese ejemplar ejemplo de bestia depredadora, tendría por regla que hacerme las dos preguntas torales que me definirían como hombre… En primer lugar, tendría que mirarme largo y tendido en el espejo y afirmar: ¡lo tengo grande!, y acto seguido tocármela pera ver ke tan eficiente responde al estimulo táctil, y una vez en completa erección preguntarme: ¿habrá algo mejor en este puto mundo?

Sin duda esa noche ella mi bella doncella me hablaría de temas variados, fingiría estar interesada en conocerme mejor, pero hablara de lo ke hablara sé q en su mente rondaría como llevar a efecto su único objetivo… el de hacerme enloquecer a más no poder para ke io desee obsesiva y compulsivamente penetrar su oscura e insaciable vagina. (¿i yo?

yo pues medio convencido de ke ella desea tanto como io el sublime acto de inseminación, no haría otra cosa que pensar en vaciar mis reservas seminales, y pos al final tendría que imaginármela preñada y teniendo mis hijos y envejeciendo antipoética y románticamente a su lado.

Así saltando de un tema a otro, luego de algunas peripecias de tira y encoge haríamos el ‘amor’ o, al menos, eso tendría yo que creer. Finalizado un breve preámbulo pasaríamos al acto de entrega i contraentrega, y aunque la cosa durase escaso cuarto de ora, y quizás tenga que fingir los dos primeros orgasmos, una vez ya habiendo eyaculado el esperma tendría que hacer, no a mí, sino a ella, la segunda de las preguntas: ¿cielo, de verdad tú crees ke io te quiero? Ella respondería con un no sé y otra pregunta ¿no sé tú, pero yo sí, o porke crees ke estoy aquí dándote todo lo ke te dí? desarmado io respondería con un monosílabo indescifrable, y pasaría la noche en vela convenciéndome de que no soy una ‘perra’ transformado en perro.

Al día siguiente ella esperaría ansiosa mi llamada, y esperaría, y esperaría... ella me llamaría muchas veces y io nunca contestaría, y ya cansada de tanto llamar y no obtener respuesta ella comenzaría a desarrollar ese resentimiento crónico contra el hombre que nulifica todo amor y que unifica a toda fémina encachimbada (cabriada).

Yo por mi parte empezaría a crearme expectativas imposibles, un zorro queriendo encontrar otra cosa ke no sean zorras y cada día sería más y más difícil dar con nuevas "mujeres de mi vida" hasta irme poco a poco desvencijando, mirándola conspirar eternamente contra mí y mi ego, junto a otras mujeres rencorosas, despechadas… y solas.

Y es que detrás de todo ese resentimiento del momento surgen esas terribles preguntas aparentemente frívolas e irrelevantes, en las ke está concentrado todo el meollo: ¿soy floja, estoy gorda, no sirvo, no doy la talla, mi cuerpo no inspira nada, no soy lo suficientemente buena para merecer ser amada?…’

¿Qué me pongo?’ ¿Qué hago para que me quieran? ¿De qué me disfrazo para que me acepte, Cómo lo convenzo de que puedo hacerlo feliz?…

¿encanto, tú no crees ke yo si de verdad te quiero?

u otras ke van más allá de lo superficial…
¿Me valoras?
Te das cuenta de lo extraordinaria que soy?
¿Puedes apreciar las virtudes que yo misma ignoro?...


Y en los ojos aquella súplica silenciosa ¡quiéreme por el amor de Dios o de sata!! déjate querer pero no me digas adiós, ámame aunque yo me deteste… interrogantes que dan pie a consideraciones demasiado profundas y dolorosas para ser comprendidas en toda su dimensión por la mente básica de un macho.

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