A través del correo electrónico me llega la oferta de un contrato de trabajo. Así de la noche a la mañana se materializa un viaje imprevisto por tierras nicaragüenses aledañas al mar Caribe. Por e-mail o por teléfono casi me obligan a programar el futuro. Vienen a mi memoria fechas de un año atrás para después inclinarme al silencio y la reflexión ¿con cuanta acción e inacción cuento?. Se que me cuentan muchos cuentos pero… ¿Puedo contar con un día más, con un mes o un siglo? ¿Y si firmo el contrato y luego muero o más bien lo cumple un cadáver, o no lo cumple y me lleno de remordimientos póstumos?
Así tendrá que ser, consumida por una fiebre letal; ¡la búsqueda! –no le encuentro remedio -. Hoy firmo para dentro de seis meses y medio estar otra vez a orillas del Cañón del Sumidero, al lado de Arístides y los amigos de San Cristóbal de
Así en proyecciones la vida se va pasando y pasa, se va cumpliendo u omitiendo, mientras voy meditando, ya de viaje en mi trayectoria -y escribiendo— deslizándome en una panga por el río Escondido, un paisaje al amanecer, una colina inesperada, viaje expreso y exprofeso, hacia la ciudad de los campos azules, el puerto de Bluefields.
El viaje que lo realizo en compañía de Javier y Marisol es pesado, lento, por momentos lentísimo, entre firma y llegada, pero el ser rápidamente imanta su destino conforme al presente y el pasado, eriza el futuro de las limaduras de la vida, encaramada en campos gravitacionales subliminales pongo polo a cielo y tierra. Al fin y al cabo es una ilusión más que no tenía, que no existía ayer... - (J se ríe y yo lo disfruto como cualquier pitonisa enamorada de sus profecías ) -.