
y la cuenta regresiva continúa.... 04
Al menos delante de él, ¡no! no le cree nada, pero nada, ¿porqué creerle? al fin y al cabo es ella o mejor otra mirándose en el vacío especular . hay grietas, arrugas, pliegues, poros, odiosas irregularidades no sabe si aplicar más maquillaje, abre la cajita que dice: make up y la vuelve a cerrar
Su mano es delgada, de piel fina pero temblorosa un fino temblor nervioso por el que deja entrever que es presa de cierta ambigua ansiedad. recuerdos lejanos. un espontaneo exorcismo le resucita en una pista de baile, un puñado de tragos y versos en el alféizar de adentro. efectivamente, esa soy -te decís- con una inmaculada sonrisa de nacar, luciendo unos dientes de estaño, que brillan hasta por no dejar
Unas manos de mujer en un cuello que anhela caricias, roces que tu cuerpo aún los saborea, y algo de queso mozzarella, uva y lomo de salmón ahumado. en la casucha de una barriada entre la semana. ¿y qué sabés vos de surcos luminosos, qué puedan llamarse plenitud? y más aún ¿de donde hurtas la claridad de todos tus días? no te acordás o te da pereza hacerlo o quizá no lo sabés, esa noche estabas vestida de incógnito.
Te pareció que éramos tú y yo, y él… y él ¿o había alguien más? En algún momento viste pasar al guasón disfrazado de alguna sustancia o careta nueva. algún roce merodeando entre quién sabe qué leyes y moralidades
Yacés en la flacidez de los náufragos que amenaza con destruirte. Un grito silencioso estalla entre tus oquedades y reproduce su rostro. lentamente te incorporás a lo largo del silencio, sentís que algún neurotransmisor todavía te recorre el cuerpo y no es aburrimiento ni síndrome de abstinencia de un café, que todavía no has preparado. tampoco es el hedonismo primario revoloteándote ni la previsión social ni el anarquismo, ni la democracia centroizquierda ni el internacionalismo turístico ni la boludez de tu amigo el Javi. Es Arle. Y te das cuenta.
estás en un piso de la urbe bonaerense y como quiera que sea te auto intuís. te acercás de escaramuza en escaramuza a la cómoda y sacas tus premoniciones, te amontonas junto al baúl, levogirás ciento chenta grados hacia el tocador, estás descalza, semidesnuda el espejo te mira de frente, pero vos lo ignorás. en la gaveta de tu mesita de noche buscás tu diario pormenorizado y cedes a la tentación de cerciorarte de que anoche llegaste completa, pero lo cierto es que no tenés diario ni mesita de noche
Caminás por pausas alrededor de la pieza haciendo libres asociaciones secretas, en tus oídos aún levitan frescas memorias fantásticas de lo que resuena. parte es parte de tu amotinamiento. estabas en el anonimato de la oscuridad con natasha, ¿te acordás? giraba en el tornamesa un London 4 phases con música de Mozart, recordás únicamente por los acordes, como un animal que hiberna, así es cuando vivís en sombras tu heroica resistencia, así es como la oscuridad te edifica
Con un gesto lento, muy lento, casi dulce, en un pulsar audaz de tu capricho, retirás apenas lo suficiente las sábanas bermellón de la cama, como para sentarte, tus tetas caen pesadamente a plomo. te apoyás de codos en las rodillas, entre el hueco de las manos encajás la barbilla, como un tronco inanimado, por un instante es delicia, pero tanta presión te hace mella y sobre la nívea piel se te quedan las marquitas rosáceas en los muslos.
Todavía no te has preguntado a que concreción espiritual has llegado ni si tenés vigente tu odio a la mediocridad, no te preguntas sobre el hambre ni qué hora es, sentís el cuerpo lleno de desaires como blandas blasfemias de irónicas anécdotas. ¿y porqué no? de esperanzas melificas que las endulzan, pero al mismo tiempo sientes una resaca que te extrae decamerones por la boca y la lengua, traspasando tu garganta la pasión de todos los soles y todos los tiempos. conquistando el gozo feroz que se detiene a mitad de los senos erectos
La piel pasa a ser testigo de tu súbito erotismo sentís como una invitación que se resbala desparramando el agridulce sabor de Damián. Ahí te acordás que damián, aparte de entregarte un festín de besos, y soltarte un diluvio de riveras de vientos felices y virtuosos, también te cubre de literaturas y cuero de redobles, trabaja contigo. a veces muy parca con el asunto de los hombres, hacés un mohín. Así: ¡umjummm!... mirás las armas forjadas para tus manos, los senos, los pies, las piernas, el vientre… algo te embalsama sobre la pelambre del bulto del monte y te quedás esperando que te asalte un escalofrío incómodo o que el sabor que acabás de paladear se tuerza, te abandone el cuerpo y sea soberano
que los oídos se olviden de todo, de la oscuridad y el enredijo, que te duela el silencio y que te importe estar espatarrada, que te ofusque lo inflexible de este valle de lágrimas, que no suene el celular, que te hayas quedado sin luz ni fuerza al explotar el transformador de la esquina, que te sulfure que no haya más ley que la razón envuelta en la malicia y que la razón sea violada por el de levita, o el escriba y entredormida, haga su ruin papel la falseada democracia. Pero nada pasa.
Al minuto casi, te olvidás de que damián trabaja contigo. Y de qué arle te quiere ver maquillada y perfectamente bien configurada, pero te aburrís de esperar y de mirarte los dedos llenos de maquillaje duro
empezás a creer que es un asco levantarse, y más aún no por voluntad, pero no te importa e inmediatamente te levantás altiva. Al instante, por efecto de la gravedad seguramente, la vejiga se te llena o vos la sentís llena; y eso te excita, como que te acalambra el clítoris que pugna por darse a sentir con imperceptibles cabeceos, no sabes si hacia arriba o hacia abajo o si es un meneado lateral, el hecho es que te vas al baño a mear te sentás sobre la nalga izquierda y te ponés a esperar, pero el chorro no viene. Ahí decidís que a pesar de estar algo fatigada, que mejor vas a mear parada, te parás, te separás las ninfas con los dedos en “V” de victoria y esperás, como cuando esperás aburrida un video “youtube” que te saque de onda, ves el charco en el fondo del retrete y miras que te contempla con tus labios entreabiertos como un héroe jadeante, rendido, hacés un poquito de fuerza y por fin te sale un buen chorro y orinás. Te sentás otra vez, te secas los restos y te subís las bombachas.
Entonces ahí sí, sentís el subidón, sí, es algo más que satisfacción / algo te pasa, algo se enciende en vos y se queda entre Arle y Damián; como un adorable martirio que la atmósfera o el clima te juega, la máscara te aprieta y te das cuenta que sentís afecto por los lúdicos personajes de la farsa, empezás a recordar que desde lo de Damián hace casi tres años ya…
como un desvanecido sinsabor inmaculado ese recuerdo te va llegando, y de pronto te va surgiendo un alivio terrenal paradisíaco, el fluir de las cosas, un dardo, un dolor, una premonición, una llama que devora. un sueño tántrico. Y aquí estás; aquí te ves inmersa en la incoherencia de los días que te atormentan, realmente te atormentan los últimos días del reinado de Damián, el olor sonambúlico entre los sueños y bajo las encinas muestras con decoro tus dientes. y vuelves a tomar el lápiz y escrbís de puño y letra. Te escribís a vos misma. ensayas un texto jovial, sí, que parece te lleva a la cima, pero al instante vas a morderte la lengua y a lanzar llamas por las fauces y tu voz triturada con encarnizado desdén te corta la sangre. tus pulsos no saldrán ya de tus manos sin tu gracia y encanto ni tus manos de tus guantes teñidos en blanco horror. Zarpas de Luzbel a destiempo, el tiempo se quedará en la enagua o en el pantalón que usaste ayer
Desconocés qué va a pasarte cuando Arlequín te sienta transformada en Columbina o cuando Damián ya no te recuerde como su amada y se olvide de tu esencia divina, acaso te volverás una reliquia de su Palenque, piedra arcaica, un arroyo vacío de pepitas de oro en Waslala, un sumidero en el cañón o un ñame que alguien decide no comer por llenura o hartazgo
¿qué va a pasarle a ese amor enraizado en el bastión de tu memoria?
¿qué va a ser de esa pasión que por ser visceral y volcánica, ha sido proscrita a sólo una noche de espejos?
¿A dónde irá a parar ese deseo que vive en la palabra y desafía el punzón anochecido de la carne?