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A mi amiga del alma, Nelly
Cada vez que me pongo a contar los días que faltan
me pongo a sollozar
busco su reflejo y me pongo a recordar
te siento, lo siento y los recuerdos no bastan
pero luego te leo, y lo veo en tu corazón
me siento a gusto en este limbo de delirio y pasión
sin pensar en las estaciones que tengo que hacer,
viajo acompañada solo de los recuerdos
de mis amigas y amigos, de mis tristezas
de mis temores e incertidumbres
de mis amores, de mis esperanzas
de sus manos amadas, de sus labios
de sus palabras sabias que alivian cargas
de su voz, de su boca y de sus besos.
Alguna vez despertaré del sueño de la vida
en medio de la noche ilimitada, y miraré tus alas
abiertas como hoy a la vida recobrada en plenitud
alguna vez soñaré tus sueños como los de un libro sagrado
en el intenso azul de Chiapas perfeccionados por su mano
alguna vez leeremos juntas la palabra de Dios
estaremos como en un oasis hecho de semejanzas
fuertes, sin temer nada ante el derrumbe de los espejismos
Cada vez que me pongo a contar
los días que faltan me pongo a sollozar
me siento a gusto en este limbo de delirio y pasión
sin pensar en estaciones
acompañada solo de los recuerdos de mis amores
y sus besos. No hay que envenenar la razón
con el frío del invierno del desamor
Me encanta sepultar mis fracasos
temores e incertidumbres
en una montaña de besos
ungida de abrazos, de ternura y de amor
me encantan tus comentarios,
tus palabras me ayudan a sepultar, mis dudas
mis desfases, mis vacilaciones, en esa montaña
de cariño, que es imagen de su esencia luminosa
que tu me brindas en esta tarde soledosa
y me haces sentir, ungida de abrazos de él,
de su ternura y de su amor.
Alguna vez la noche me vera dormir confiada
bajo tus alas junto al sillón de acacia,
tu voz como canción de ronda mi ansiedad saciará
bajo el artesonado mirarás la carátula del reloj
el tren partirá, pero tú te quedarás en mi recuerdo
e indómitos sus brazos irán contracorriente hacia ti
la fina muchacha dulce cuya mirada proyecta así
el mundo en sus ojos empañados por el esfuerzo
de recibir el ventarrón del sur en el pecho
en la plaza de San Cristóbal o quizá más bien
y nada más por lo increíble de lo no visto
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