Los universos paralelos se tocan, y en las líneas divisorias se crean interfaces con puertas y ventanas imaginarias. Y desde ahí se asoma la hembra humana al cielo, y descorre el invisible velo. Las líneas del mundo-paralelos, trópicos, ecuadores, meridianos- son imaginarias, pero tienen algún sentido: se han inventado para que alguien las cumpla, como destino rayado en las manos del hombre. La fantasía, el mito, la leyenda…
Yo la he vivido, sin saberlo, el meridiano todo del 4° grado al Oeste de la ficción de Greenwich.
Sin intención ni intento crucé fronteras, discurrí por las carreteras, las ferrovías, los caminos de tierra, las arenas dulces y las playas amargas y queridas de los mares opuestos, Santander, Chetumal, bahías, puertos, ríos, lagunas, empozaderos, hasta me he quedado dormida en la vaporosa estela de los jumbo-jets, para leerlo hoy en el mapa de Hammond.
Desde 1988 en que desembarqué en el hogar de Lolita
Ni siquiera Madrid, que era mi cuerpo, ni Salamanca que me dio en el pecho
El Escorial llameante y la alta Sierra, más nevada en verano que de costumbre, una tarde en Aranjuez y Toledo del Greca y su tajante cielo verde y Ocaña y su cárcel perpetua. Villarrubia de los Ojos, mero Guadiana y su Laguna de Rubiera, Almodóvar del Campo, Puerto Llano,
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