Y tú me llamas amor

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Tú, amante furtivo
aparentas amarme
ilustremente
pero no sabes lo que es amor,
caminas por una calle solitaria,
hilando sueños en esquinas
te entretienes,
te encuentras con mucha gente
hinchada de puñales
pero por esa calle no camino yo
voy por el laberinto de calles paralelas
puedo resistir el desprecio,
quizás el elogio y hasta la injuria
con cortesía

me he quedado a observar la vaguedad,
que me ofrece una píldora dorada
una inmisericorde realidad (es cierto),
con tanto frío, con tanta lágrima,
no es tiempo de soñar, despierta
un sueño me invitó
a sumergirme en un bello cubo.
soy iesod, -me dijo- tienes que saltar
tienes que asaltar el cielo
que tu me haces ver.
Refugio ya no hay. Sea en el cuarto
paciente. Y ahora ¿qué más?
estando aquí, de allá me llamas. En su ser
ilusiones intermitentes que saltan hacia mí
admito que sin los misticismos

vigente aproximación / revierte
Rimbaud no es nada rimbombante,
enciende letreros sin ilusiones.
Hay una niña que lo ha descubierto
ve su corazón de azúcar en una mesa,
come una dulzura artificial,
mientras apuesta tres elegías
a un Ángel de verdad
mañana al amanecer
entre cuestiones a medias
y detalles que tiene que olvidar,
tiene que despertar.

Tendrá vergüenza o miedo
de no saber apostar,
incertidumbre o dignidad
nunca supo lo que es amor,
detiene su camino sobre una mesa,
rojinegra soledad en deshielo
ahí está su contra apuesta.

No era ciega, pero era sorda
nunca entendió
que se hundía en una ciénaga
esculpida en su mente

Nunca aceptarás mi sol caedizo
humillado, castigado
pero felizmente terrestre

Y aun así tú me llamas, amor

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