Los laureles

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No te duermas en tus laureles
esas lágrimas magdalenescas bañándote los pies
de puro agradecimiento
entre el estampido detrás de las piedras
y el trayecto a lugar seguro
para derramar el frasquito de alabastro
desde la coronilla a los pies
son solo seducción expiando
el dulcete sentir que tras el polvo se amarga
lo que fue exhalación, suspiro de alivio
de lo que no le contaste a la maría
ahora franca y encuerada magdala

acerca de tu actividad insomne, lúdica
transmisora de paréntesis, estremecimientos
y exoneración de terrores nocturnos
a decir verdad se salvaron por un pelo
gracias a tus tilintes exordios, tus tilintes ramalazos
y al talante mediocre de las matronas
con sus tajonas pueblerinas para espantar sus pecados
que duermen del otro lado de la moneda

Tu piel se deja acariciar por maría
entonces te acuerdas del sobrecito
en el que te deje encerrado mi aliento
sereno , pausado, fluyente
para que la nota transmutara regusto
y del cajón del silencio saliera riachuelo
en chorro vibrante de claridad y hechizo
y podamos desnudarnos ante las piedras
y enseñarles que solo al descubierto el
vaho maloliente se respira limpio
pero no te duermas,

que ellas, como verdaderos cuajípales
como reales hienas carroñeras,
como típicos buitres
se sentarán a espiarte
estarán ojo al cristo
riendo,
esperando tu descuido… / te soñaran siendo
su alimento favorito, moribundo,
agonizante
esperando a que te rindas…