Amor epistolar

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... ...A veces hay días grises. a veces hay noches brillantes. días en blanco en los que sólo atino a recordarte, a imaginarte, a sentirte… querido amigo (dirás que soy una tonta) ¿qué porqué hago eso? pero, dime tú algo más de mis días en blanco… mientras cae la noche en tu pecho soñado ¿Cuántos de tus sentimientos inciertos hacen blanco sobre mi piel?

…de esos días sin engaños en los que miras caer las sombras profundas del anochecer y te adentras en la penumbra recostado sobre cualquier lecho que el azar se te propone en busca de la caricia espontánea y blanca, o esa otra caricia (llameante) rojiza, que mi mano no teme escribir embelesada al momento de acariciarte, mientras tus ojos se cierran para verme llegar, para verme sobre ti, (ilusión mía) y quizá tú ignorando lo que otras celebran tibiamente sin haber entendido.

días en blanco de pensamientos cautivos ¿qué será de mi sigilo muerto junto a este torbellino que siento en el pecho? libre como el corcel alado ante la voluntad infinita de amarte, alma querida cuerpo deseado, furiosa, jadeante, sudorosa, dichosa, luego cayendo, libre del muro ciego sin puertas ni ventanas, que nos pusieron para ocultarnos, para ocultar nuestro fuego de fieras atrayéndose, cayendo pero con el orgullo de quien pone todo lo que de sí puede poner una mujer -libre, si puede ser, ignorándolos, no maldecida- sabiendo que ahora estoy aquí, hablándote, sintiéndote, y mañana… ni donde ni cuando; ni sí mañana ni sí talvez.


simplemente libre, libre como el puñal tibio de la muerte, pero contigo, gozándote, sufriéndote, callándote el poder de la más fiera conciencia y sin embargo amándote como nunca he amado de este modo, de esta manera, sin tenerte, sin temerte, anhelándote sin descanso en días en blanco (implacable blanco), en días desérticos de amarga dulzura como terrazas de hielo, en el cenit de la luz homicida que quema tus noches relucientes de faz de luna, de pasión, de vino, de desborde sin fin, de delirios sin principios.... gritando en el crisol que no se apaga, cuando libre te deposito en vaivenes mi cuerpo, fruta fresca cogida in fraganti en la noche con manchas de tigre, sin el inútil, destructor bien y mal, ahí oscurecida renazco y me columpio.


Amigo mío, mi querido Amor (mi Tipharet)... no sabes cuanto me inspira pensarte, saber que estás ahí que puedo sentirte cerca, que puedo compartir contigo presencia en sucesión temporal dentro de tu corteza de vida. inquietamente oscilo entre la nostalgia que me atenaza y el gozo que me moviliza, y al sentirte ya no sé si vivo o desfallezco. Por favor amigo, reaparece, hazme sentir viva, que me revuelva, que me exprese aunque me emborrone, porque tactar cuerpo es también tocar alma y tocar alma en vida es tocar el velo del cielo...

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