En pos del poeta

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El resplandor ciego,
tu amor insomne, la vida de tus ojos
las escalas de tu cuerpo alumbradas por voces
mi tránsito hacia ti perseguido por águilas ciegas
tu camino hacia mí adornado de música

[...] mi cuerpo
puedes mirarlo por última vez
antes que se destruya

en pos del dolor primordial y de la verdad a voces
que alumbran tus escalas para mí y para que vivas
de esa pequeña resurrección sin luces ni raíces
muerte que se muere de gozo
que a veces te visita para que yo respire
y te cante el cantar de este mundo
sintetizando acordes
entre la soledad y la noche

Pérdida del despertar impotente
huida de paraíso terrenal,
ganancia del paraíso simbiótico:
poder poético de la palabra recuperada
donde “extraños ritos se expresan con nuevas lenguas”
este olvido nostálgico de la palabra “oscilación” (isis)
esa palabra real interesa nada más al poeta,
e interesa a nosotras por su frágil balanceo
su “pequeña eternidad de ser ahora /
por una hora y otra hora y un siglo y otro siglo /
cada día percibida y amada
cada día entregada / y recibida
por el fuego de su palabra ardiente y sin orillas

Y vino el arka dibujo una N con gel
era Mikel el arkan-gel
hurgo en mis entrañas, las entrañas del monstruo
deshojando lágrimas erizadas de música

...este sol bajo cuyo ojo quemante sigo agregando visiones y experiencias
sin que nada de lo mío se diluya,
sin que ninguna de mis antiguas visiones y experiencias pierda el brillo
y sin que la estrella que me sigue dicte para mí desde su escondrijo otra escritura
que la que yo misma pueda leer a toda hora en el corazón de mi mano reacia al tatuaje...
que impuso la bestia

me sentí cortada, poetizada
troceada por el filo de las aspas del vocablo,
en pleno contacto de corazón que tiembla
sin borde / sin nada
nada más apenas las piernas
para tomar la furia de su abrazo
en el bronce de ardiente bondad curioseando el azafrán,
a regusto del hechizo de la risita
y la permanencia del chorreante espejo
espiándome con ensangrentado vértigo de vida...
y la música que hiere
la pureza de un disco negro / voz inagotable
esquineada gentileza
que me araña la endemoniada carne

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