Natinat sube a los infiernos

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Natinat animista sube a los infiernos
inteligencia animal amante, torturada
entre las ciencias exactas y la metafísica
día dos… día tres… día cuatro…

un Arlekkin baja a los cielos
uno que no quiso ser del mundo
ni que el mundo fuera de él, / fuera lírica
cuando nadie sabe nada de nada

encuentro a Zohar sin joyas, como un enclave
evangélico de notas salvajes
y al unicornio pacífico muerto de frío
y todo es simbólico, simbiótico y cifrado en clave

tristeza, risa, dobles y redobles
faz y más faz, mascara tras mascara / el brío
del llanto apagado bajo la tez
usurpación, simulacro estúpidamente concebido
sin “new birthay”, ni queques ni velitas

Hay que desconectarse , romper
el fusible, entrar en la fisión
directamente sin perturbar al que llora y estalla
en fusión
ni enriquecer a los dioses machos, bestiales
(mejor dicho a los dueños de los dioses)
al Dios de la paz de los cementerios
el magnificat del poder,
desplazador de culpas

su órgano viril saltándole en astillas
tras su guerra de envidias y traiciones
pulcra hora inesperada de visiones
ella maléfica decide vivir sin juramentos
y asesinar lo que es yermo

el Arlekkín baja a los cielos celestiales
montando su unicornio rojo vino
que en el punto es un rinoceronte divino
es y no es el cristo, que soporta le realidad
un deja- vu de lo imposible, no computable
saca mi corazón de su costado, cortante
veloz, como desde un puente de planetas
a un entendimiento súbito entre dos bocas

regusto de cambiar y permanecer accesible
rendido de pasión, sudando ante su dama, él
ante los incrédulos les muestra la podredumbre
de su sub vivir, la nada esperada
después lo cercan y lo hieren, ponen
precio a su unicornio, su pitón de níquel
que se magnifica ante todas las predicciones

día sin cuenta del mundo, cuando todos
creen saberlo todo, pero de delicias nada
el sube a los infiernos con su huso
y nadie recibe la luz de sus caricias
nadie que, en verdad desee endiosarse
y escapar de las furias
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